Sin filtros, a pecho descubierto…
Aquí te dejo todo bien explicado para que cuando nos conozcamos tengamos todas las cartas sobre la mesa.
Desde pequeño siempre fui curioso, movido por la inquietud de descubrir mi propio camino. Al terminar COU, decidí estudiar Informática (estaba de moda). Al principio, parecía una elección lógica, pero pronto me di cuenta de algo que cambiaría mi opinión por completo.
Picar código era peor que la gota malaya. Aunque lo más sorprendente no fue eso, sino lo que descubrí mientras hacía prácticas en una empresa caótica, donde reinaba el libre albedrío. Allí, en medio de todo ese desorden, conocí a un diseñador gráfico… eso lo cambió todo.
Me pegué a él como una rémora. Fue como encontrar una brújula en un océano sin rumbo. Y supe lo que me atraía: la imagen.
Comencé a explorar y deambulé por cursos de diseño, arte final, impresión y diseño editorial. Cada paso me sumergía en un mundo que tenía sentido para mí. Pero justo cuando parecía que todo estaba tomando forma, recibí un duro golpe.
Tenía 19 años cuando mi padre falleció. Perderle cambió mi perspectiva por completo. Me obligó a reaccionar. Ya no podía seguir viviendo de la sopa boba. Pasé de pedir la paguita semanal a buscarme las castañas. Y fue en ese momento cuando me puse a prueba.
Empecé a trabajar en todo lo que podía: repartiendo publicidad, como escaparatista, reponedor, repartidor de pan, socorrista… mientras seguía estudiando. Lo que aún no sabía era cómo esas experiencias iban a prepararme para lo que estaba por venir.
Después de terminar mis estudios, conseguí algo que no esperaba: un puesto en la principal empresa de música de España. Lo que ocurrió en los siguientes años fue tan sorprendente como frustrante.
Mi jefe y yo doblamos la facturación de nuestro departamento trabajando como bestias. La realidad es que no valió para mucho porque la empresa era un sumidero de gastos y la gestión no era el fuerte de los dueños. Ahí entendí algo fundamental, aunque en ese momento no estaba listo para actuar.
En paralelo, me formé en fotografía analógica. El proceso fue intenso. Esta experiencia me enseñó algo importante que conectaría con la oportunidad que estaba a punto de tocar a mi puerta.
Después de cuatro años en el mundo del diseño, recibí una llamada de mi anterior jefe: Álex, ¿montamos una editorial? Y sin dudarlo, me embarqué en esa aventura. Aunque el mercado no estaba del todo preparado para nuestra propuesta, fueron ocho años de puro aprendizaje sobre cómo gestionar un negocio. Y eso solo fue el principio.
En paralelo creamos un pequeño estudio de diseño. Y cuando el proyecto editorial llegó a su fin, me quedé con él. Aquí las cosas comenzaron a tomar una nueva dirección. Estaba solo y todo el peso de la responsabilidad cayó sobre mis hombros. Crecí y me convertí en un hombre orquesta. Cada tarea financiera, comercial, ejecutiva y creativa, dependía de mí.
Entonces llegó el nacimiento de mi hija y esto potenció, con fuerza renovada, el picorcito de la imagen. Decidí tomar las riendas de mi vida y apostar por lo que realmente quería.
Ya no dejaría que el mercado me zarandeara.
Me formé de forma intensa en una de las mejores escuelas de imagen y, para mi sorpresa, los frutos no tardaron en llegar. Lo que sucedió después me sigue pareciendo increíble: algunos de los compañeros más talentosos de esa escuela ahora forman parte de mi equipo. Y por si esto fuera poco, comparto el estudio con uno de mis antiguos profesores, con quien también trabajo en varios proyectos.
Hoy, al frente de mi propia marca, Alex Serrano Estudio, como fotógrafo y director de arte me sigo transformando.
Aunque hemos logramos mucho ¿Qué me mueve realmente? La pasión y dedicación que tanto mi equipo como yo (con mis taras que te cuento al final) ponemos en cada proyecto.
Y no se trata solo de hacer buenas producciones tanto en shootings sencillos como en proyectos más ambiciosos, eso es lo mínimo. Se trata de crear experiencias que generen confianza y tranquilidad. De hacer que todo parezca sencillo, y que nuestros clientes puedan dormir tranquilos la noche antes de un shooting sabiendo que todo está bajo control.
Se trata de crear experiencias que dejen huella. ¿Cómo logramos eso? Quizá esa sea una historia para otro momento.
Hay algo importante que debes saber, valoro mi tiempo, y por supuesto, también el tuyo. Por lo tanto, si consideras que invertir en imagen profesional es un gasto, mejor cierra esta página. De verdad. No podremos trabajar juntos, y te ahorraré minutos valiosos.
Pero si entiendes su valor, el de poder transformar tu negocio, entonces las cosas cambian.
La decisión es tuya. ¿Qué quieres hacer a ahora?
Por aquí nos ponemos en contacto.
Más sobre mí (taras incluídas)
- Me llamo Alejandro Serrano, como ves no le di mucha vuelta al nombre de mi marca.
- Tengo 46 primaveras, aunque según me dicen no las aparento (será mi espíritu).
- Soy algo disléxico y hablo muy rápido. Mi cabeza y mi lengua van en fórmula 1, aunque procuro tirar el freno.
- Padre de una niña maravillosa, que me lo da todo y solo me resta algo de tiempo. Compensa.
- Muy curioso, diría que rozando lo obsesivo.
- Hago todo el deporte que puedo. Es parte de mí.
- Me gusta mucho comer. Menos mal que tengo el punto anterior bien anclado.
- El tópico de “me gusta la naturaleza” es una gran verdad para mí. En cuanto puedo, allí que me planto.
- Ser fotógrafo y diseñador gráfico es un plus para mi visión sobre la fotografía.